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Era un día soleado de primavera, y la ciudad se preparaba para celebrar la festividad de Sant Jordi. En la plaza del mercado, los puestos de libros y rosas se multiplicaban, y la gente se apresuraba a elegir sus regalos para la ocasión.
Entre la multitud, un joven escritor observaba con cierta tristeza cómo sus libros pasaban desapercibidos, mientras las rosas de colores llamativos atraían todas las miradas. De repente, una joven se acercó a su puesto y le preguntó por su obra. Él, sorprendido, le explicó con entusiasmo la trama de su novela, y ella decidió comprarla. Pero no se fue sin antes regalarle una rosa roja.
El escritor quedó tan agradecido que decidió dedicarle su próxima obra a aquella chica tan especial. Pasaron los días, las semanas, y finalmente llegó la fecha de la publicación. La joven acudió a la presentación, emocionada, y cuando el autor leyó el título, no pudo contener las lágrimas: "La rosa de Sant Jordi".
Desde entonces, la rosa roja se convirtió en el símbolo de su amor por la literatura y por aquella chica que le regaló su primera rosa de Sant Jordi. Y aunque ya no estaban juntos, él seguía escribiendo.
Con el tiempo, el escritor se hizo muy conocido y exitoso, y su obra "La rosa de Sant Jordi" se convirtió en un best-seller en todo el país. Pero a pesar de su fama y fortuna, nunca olvidó a la chica que le regaló aquella rosa roja, y siempre se preguntó qué había sido de ella.
Un día, décadas después de aquel primer encuentro, recibió una carta de una mujer mayor que decía ser la chica de la rosa. Le explicaba que había leído su libro y que había reconocido su historia de amor en sus páginas. Le contó que había sido feliz con él, pero que al final habían tomado caminos distintos en la vida y se habían separado. Sin embargo, nunca olvidó aquellos momentos juntos y la rosa que le regaló.
El escritor se emocionó al leer aquella carta, y decidió ir a buscarla. Cuando llegó a su casa, la encontró sentada en el jardín, rodeada de rosas de todos los colores. Se miraron a los ojos, y supieron que a pesar de los años, todavía se querían. Y en ese momento, la chica le regaló otra rosa roja, símbolo de un amor que nunca murió.
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